Si me
ves charqueando culpas por callejones solitarios, no soy yo, debe ser una
ilusión; es mi sombra, es mi fantasma, son tus ojos que te engañan, es tu parte
que me extraña. Se llena tu boca de razón al decir que no hay nadie que no esté
necesitado de amor; yo me refugié en ti extrañando otros amores. Y aquí estoy, soy
culpable, soy víctima, soy testigo de viva voz. Por más que quise no pude
escuchar en tus palabras mi canción… pero aunque no quieras saberlo, jamás encontré
brillo en tu mirada; al marcharme nunca el aire te faltó, y en mi presencia tus
mejillas no se teñían. Llegará el momento en que te des cuenta que la vida será
más fácil el día en que dejes de releer páginas y aprendas a pasarlas. Las cosas
son así: nada dura más que el sol. Esto fue más trueque que traición: cada
quién tomó del otro lo que necesitó. Al menos nos queda un apretón de manos, si
no quieres cerrar con un abrazo. ¿Quién se queda con el último pedazo? Vamos a
plantearlo así: acepto el papel de antagonista, pero aquí los dos pecamos de
egoístas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario