Un cerebro que no sabe mucho
acerca de nada. Un par de ojos que no han visto demasiado, que siempre intentan
mirar la vida desde un ángulo distinto, que incluso a veces lloran sin razón, sólo
por llorar, porque piensan que la tristeza es un placer.
Una mano que no suele
poner puntos sobre las íes, y un cuerpo al que no le gusta dormir antes de las
doce. Una mente que se resiste a que su envoltorio luzca artificial, y prefiere
ser ella misma al natural. Todo lo que hace, lo hace por una razón, no le gusta
actuar sin algo que le mueva.
Una sonrisa que sale a ver el sol cuando comienza
a sonar su canción favorita. Una piel que no se eriza si no es con algo que la
haga sentir viva, y un oído al que le gusta escuchar su propia versión. Unos
pies que siguen transitando caminos, guiados por una brújula que no apunta
hacia el norte ni hacia el sur ni hacia ningún lado.
Una foto que se mueve, y
sin embargo sigue igual, y se niega a resentir el paso de los años y de los
prejuicios de su alrededor. Que cree que después de todo este tiempo y siempre los dientes de león en la primavera seguirán significando renacer.
Alguien que está en constante búsqueda de su propio
rincón, que escribe para vivir e imagina para no morir. Alguien que nació un
día miércoles, y que un día miércoles vuelve a nacer aquí.
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