Terrenos baldíos,
Resentidas mareas,
Sensibles horas,
Filosas miradas,
Acartonados discursos,
Vacías dedicatorias.
Tú, yo, el corazón, la verdad,
El destino, la elección, el lamento.
Nada.
Tu incierto poder de guardar tus comentarios para el
momento más inoportuno,
De encontrar la salida del laberinto y dejarme ahí perdida.
Neutralizando movimientos, así te la vives;
Yo comienzo a tener cara de peón,
Y aquí tú siempre has sido el rey.
Aunque abrazo es sinónimo de asfixia,
Me regalo al egoísmo de sentirte mi presa sólo por una vez.
Es que nada te desarma como a mí.
Justo sería que cayeras también por una vez,
Porque yo no seré la única débil, ni tú el único que domine
esos truquitos.
Antes de comenzar ya tengo perdida la batalla y también la
guerra.
¿Y después? Después a lo que sigue.
Ojalá pudieras cambiar un poco el rumbo,
Pues vamos directo a caer por el fin del mundo.
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