Tantos infinitos por navegar y
ella sólo se confina al suyo,
Conocedor de su debilidad su
pecho se infla de orgullo.
Tal volátil como el clima, tan
fugaz como la estrella,
La hace llegar a la cima, le dice
que sólo es ella.
Y cambia como la luna de parecer
y de amores,
No se queda con ninguna, sólo
alimenta ilusiones.
Ella quiere pronto escapar,
deshacerse de los grilletes,
Pero su fuerza de voluntad en sus
ojos se desvanece.
Pero cuando él le dedica una de
sus bellas miradas,
Hasta parece que le explica que
sin ella él no es nada.
Su sonrisa no la deja, regresa
herido el león,
Vuelve a ser de nuevo oveja, pasa
de reina a peón.
Y así nos la vamos pasando, es el
cuento de nunca acabar,
Si hace un rato estaba llorando, ahorita la vuelve a atrapar.
Hey tú, que te crees Don Juan,
camina lento y con cuidado,
No vayas a tropezar, no sea que
pises en falso.
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