Que nos desalienta ese mañana tan tangible,
Que poco a poco se nos escapan los momentos,
Que estamos creciendo, aunque parezca increíble.
Se nos consume el valor para volver al lugar
Que antes nos protegía, que llamábamos hogar,
Pero aparentemente ya nos hemos cansado
De este camino empedrado que nos ha tocado.
Y disimulo, y hago como que nada pasó
Cuando en realidad aquí todo nos ha pasado,
Y no vi la hora en que la inocencia se esfumó,
Nos secuestró la paz y dejó el valor tirado.
Y no quiero perder el hilo que me lleva hacia ti,
Dejaré un rastro de semillas, como en los cuentos de hadas,
Aunque de antemano sepa ya que no habrá final feliz,
Que los vientos serán fríos y nos congelarán las alas.
Me rehúso a vagar por las calles siempre atada
A mis frustraciones, al “hubiera” que no existe.
Descubro que nuestras fallas y errores me atrapan,
Y que por más que me mirabas, nunca me viste.
No quiero jamás sentir que me podría ir mejor
Tomando el sendero que está justo opuesto al tuyo,
Escribir en mi diario que pudo más el dolor,
Las cicatrices, tragos amargos y el orgullo.
Y los bordes de las páginas se desdibujan,
Esas que se escribieron con mi pluma y con tu tinta.
Las culpas del ayer poco a poco nos empujan
A extrañar aquellos tiempos de abrazos y risas.
Necesito un nuevo lugar para instalar mis sueños,
Llenar los cerrojos de agua, para que se congelen,
Rememorar las glorias de los días que eran nuestros,
Antes que las luces se extingan y mis ojos cierren.