miércoles, 14 de enero de 2015

A donde van las putas

¿A dónde me dirijo? No lo sé, da igual hacia dónde gire usted el puñetero timón. Quisiera saber a cuántos grados se congela la esperanza; hoy está helando allá afuera. ¿Sabe que pienso? Que entre más vive uno la vida, más difusa se ve, y los sueños que tenía uno ahora sirven para limpiarse el culo. Que nomás nos llenaban la cabeza de ideales muy arriba, con los pies bien lejos de la tierra. Tiene uno que salir a darse cuenta de que todo es muy distinto. Que aunque queramos y tratemos y chillemos y juremos que vamos a seguir un modelo diferente, el sistema nos domestica a todos, y termina por agarrar esos sueños y apalearlos hasta dejarlos ciegos, sordos y mudos. El concepto de todas las cosas ya no es el mismo, no no no, porque parece que nos han puesto unos ojos nuevos. Las cosas banas y superfluas que antes nos preocupaban ya no nos molestan. Y ahora uno se da cuenta de las cosas, de toda la mierda en la que ha estado inmerso tanto tiempo, e intenta quitarse el fétido olor que se le ha pegado a uno por todos lados. Y sin darnos cuenta, vamos hacia donde no queríamos. ¿A dónde va Vicente? A donde va toda la gente. Somos un rebaño. Somos acarreados, y no queremos pensar qué hay más allá. ¿A dónde me dirijo? Yo qué sé. Sólo sé que quiero ir a donde van las putas.

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